miércoles, 28 de septiembre de 2011

Yo soy tu cliente, yo tengo la razón, y no me importa nada más.


Siempre que alguien trabaja en atención al cliente, algo a lo que se hace referencia es que el cliente siempre es un niño malcriado, caprichoso, que hará berrinche para que le den lo que pide, sin escuchar razones. No es que te digan "el cliente tiene la razón", si no "el cliente siempre querrá que le des la razón". 

   Una señora compra un helado en Mc Donalds. Lo prueba. Dice que ese helado está hecho con agua cruda, y que el agua cruda le produce diarrea, y que quiere que le devuelvan la plata. "WTF?" espero que hayas pensado cuando leiste esto.

   En esta web,  www.clientesfromhell.net,  dan más casos de estos en los que los clientes son unas joyitas. ¿Cómo saber que no se es uno de ellos?

Obtenida desde aquí.

    Un señor en MegaPlaza quiere escapar raudamente del estacionamiento, y amenaza con atropellar a uno de los guardias que se le pone delante del carro. El señor anda enfadado y se nota que tiene intenciones de arrancar a toda velocidad. El guardia se le ha puesto delante del carro para que no vaya a ocasionar un accidente por la excesiva velocidad a la que quiere arrancar. El señor del carro afirma que los guardias le han faltado el respeto y que por lo tanto, no tiene porqué hacer caso a las indicaciones de los guardias. El guardia le dice "Dime; ¿yo te he faltado el respeto?". El señor no tuvo mas que admitir que andaban descargando su furia con ellos en general, de algo que le atribuía a alguien en particular.

   Cada vez que nos molestamos porque no tenemos un buen servicio o producto, pensamos "le voy a tirar el quiosco" a quien sea. Pero así como nosotros queremos que los que atienden se pongan en nuestra posición, sería bueno que nosotros nos pongamos en la otra posición, y no para hacerle el trabajo más fácil al quien nos atiende, si no porque tienes que entender que el mozo te puede escupir la sopa y no enterarte nunca (muy aparte de si tienes razón o no en tu reclamo). O sea, quienes nos atienden, pueden cagarnos si quieren, de tal manera que nosotros nunca sepamos, si es que no sabemos manejar el asunto de tal forma que haga posible el asegurarnos que consigamos nuestro objetivo.

   Y esto no es solo cuando querramos quejarnos de un servicio o producto. En todo momento tenemos a clientes delante de nosotros. En la casa, el trabajo, la calle, etc; hay personas que solo piensan en sí mismas y que siempre van a ver el tema sesgadamante porque son humanos, y todos nos sesgamos. El ejercicio de ponerse del otro lado sirve para no ser un estúpido de esos que vemos en la vida, reclamando sin razones, o gritando cuando con eso sabemos que no ganará nada.

   Y este es el otro asunto; si eres de los que se jacta de tener una inteligencia por encima del promedio, tienes que entender que los demás no tienen tus capacidades para observar, racionalizar, y deducir lo mismo que tú, y que tienes que tener la paciencia necesaria para que esa persona te entienda y se ponga de tu lado, para que te ayude a resolver tu problema. Eso hacen los gerentes, me han dicho, de tal forma que tú te pones el problema del gerente al hombro y tratas de sacarlo como sea. ¿Cuál sería tu actitud si tu gerente viene y te grita que tienes que solucionarle el problema sí o sí, sin importar cómo, ni escuchando razones?

    Espero que hayas tenido oportunidad de conocer a un gerente de esos que te hipnotizan con sus razonamientos y sus palabras, para que veas que muchas veces se ganan las batallas con un simple instante de ver el problema desde el punto de vista del otro. Así, para la otra que creas que lo mejor es tumbarle el quiosco a alguien que no te dio "el trato que mereces", piensa un poquito; no vaya a ser que termines con un escupitajo en la sopa, sin haberte enterado.

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