jueves, 8 de septiembre de 2011

Hoy casi mato a un chiquillo



Es titular para vender; no fue a propósito ni legalmente que casi lo mato, ni me pondrían denunciar ni nada de eso, pero debo admitir que es la forma más adecuada de quitarse de en medio a alguien. El método es hacer como que cruzas, o cruzar una pista, de tal forma que tú te salves por un pelo, y el que te siguió una décima de segundo después, no la haga.

   Hoy se hubo apagón en la UNI. Los semáforos no funcionaban, así que temerariamente, me dispuse a cruzar con una couster estacionada, y ver si el carro del otro carril no me ganaba. Claro que estaba fríamente calculado. Soy un experto para esas cosas. Juguemos un día matagente y verás que soy inmortal y que el juego acabaría cuando me dé hambre. Debido a mi talla puedo medir a los carros que vienen de atrás. Tampoco soy estúpido de lanzarme sin medir la velocidad del carro, y la aceleración que pueda dar en los momentos en los que lo pierda de vista. Calculando, cruzaba con algo de holgura. Pero el chibolo detrás mío no la sabe hacer. Se mandó detrás mío sin medir las consecuencias. Tuve tiempo de voltear a ver cómo la gente del paradero miraba aterrada cómo la figura del chico se iluminaba más intensamente, por la menor distancia de un carro. Me preparé para brindar el auxilio correspondiente, y llevarlo al Cayetano o más rápido posible. Felizmente el carro lo vio y bajó la velocidad. El chiquillo cruzó a las justas. Creo que  se dio cuenta de su burrada, pero su ego le hizo poner semblante de "aquí no pasa nada". Mi ego me dijo "dile que eso es para grandes" y se lo dije. Hoy casi mato a un chiquillo. No sabemos la magnitud de nuestras acciones. Pensémoslas. No somos nosotros los únicos que somos afectados por nuestras decisiones.

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