La sociedad en su mayoría está formada por personas estándar. Y ellos hacen todo estándar. Y es más fácil para todos ellos hacernos estándar. Y entonces son especialistas en hacer a todos estándar. Entonces, los que son más inteligentes que los estándar terminan siendo expectorados, relegados, incomprendidos, mal atendidos, mal formados, deformados, olvidados, y mal tratados, por lo que terminan existiendo en una sociedad estándar con conocimientos estándar que los sigue tratando como si fueran seres extraños, y cuando intentan señalar un problema los estándar no pueden ver la luna si no que miran el dedo, y son ignorados o tratados como locos, hasta años después en que los estándar ya estandarizaron los esfuerzos para que vean la luna, y ya es muy tarde porque para cuando llegaron a ello ya la solución tiene que ser otra y estamos constantemente buscando parchar los problemas.
Y por eso la sociedad no puede cambiar. Aún queremos y buscamos lo estándar. Nos extraña lo diferente. Le tenemos miedo. Queremos hacer solo lo que nos dicen que ya se hizo. Y encima nos unimos a la mayoría en contra de los que están fuera de la media para apagarlos y callarlos, para luego quejarnos de porqué estamos como estamos, pero muy en el fondo sabemos que queremos que todo siga igual porque no tener de qué quejarse también sería un problema.
Y tenemos que hacer que los inteligentes se desarrollen. Tenemos que juntarlos. Ubicarlos, reclutarlos, juntarlos, dejarlos ser, darles herramientas, permitirles crear herramientas, permitirles fallar, y seguir trayendo más inteligentes para que sigan mejorando. Como un Sillicon Valley. Y ahí la sociedad mejorará. Pero no mientras querramos estandarizar todo. Querer que todo sea igual. Personalicemos. Individualicemos. Fomentemos lo diferente. No le tengamos miedo.
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