sábado, 21 de noviembre de 2009

Mi primera navidad en ayuda social

Alguna vez decidí que sería buena idea ir con alguna gente de la universidad a hacer lo que le llaman “labor social”, y en época de navidad, época de esperanza y de sentir que todos podemos ser buenos y que podemos mejorar, porque el niño Dios está a punto de nacer en nuestros corazones. Me desperté muy temprano para ir a ayudar a los que estaban preparando panetón y chocolate, para llevar a niños de alguna zona empobrecida de Lima. Creo que también habían juguetes que se estaban armando en algunas bolsas pequeñas, y asumo que todo eso era el resultado de las donaciones que se habían conseguido para estas fechas.

Finalmente con todo listo, cargamos todo lo que había en los carros que se habían conseguido, para llevar esta “labor social” a donde la gente más lo necesita. Había un grupo que se había encargado de encontrar el lugar más adecuado donde para llevarse esta ayuda, pero este grupo regresó diciendo que los lugares que habían pensado, ya habían recibido ayuda de otras entidades, o grupos como nosotros. Aquí ya algo me comenzó a oler mal. Entonces decidimos ir a Villa El Salvador, porque seguramente ahí tendríamos algún lugar donde podríamos llevar nuestra “labor social”. Una vez que llegamos, debíamos decidir la zona afortunada, y la forma en debíamos realizar la repartición. Mientras el ómnibus que nos había llevado avanzaba, la gente de la zona salía de sus casas, llamaba a sus niños, les daban tazas para que fuera por el chocolate, y estos por la fuerza de la costumbre, corrían a hacer cola donde creían que se iba a parar el bus. De manera impresionante y natural llegué e a ver dos veces como estas colas se formaban de manera automática, ante un ómnibus que parecía detenerse. Ya era demasiado obvio lo acostumbrados que estas personas estaban, a recibir este tipo de “labor social”. Debido a este primer inconveniente, yo fui parte del grupo de avanzada enviado para decidir el lugar más adecuado para la repartición. Comenzamos a ver qué zonas eran más o menos difíciles de llegar, que asumíamos que serían donde menos ayuda había llegado. Este arenal en el que andábamos subía hasta un punto en el que ya descendía, porque ya llegaba al mar. Comenzamos a conversar con las personas del lugar, y obtuvimos una respuesta como “La verdad es que chocolate ya han traído por esta zona, pero si es su voluntad, no hay problema”. Además, nos dijeron que en veces anteriores, cuando habían llevado “ayuda” de este tipo, las personas de partes más altas discriminaban a los de zonas bajas, impidiendo que se acerquen a la zona de reparto, buscando tener más para ellos. Decidimos que no podíamos seguir buscando algún lugar donde realizar nuestra “labor social”, pero sí decidimos que iríamos de casa en casa dejando panetón, chocolate, y dando regalos a los niños que encontráramos, en algunas cuadras a la redonda. Comenzamos con la labor, y fuimos tocando de puerta en puerta. Algunos salían desconfiados, y otros agradecidos de la “labor social” que realizábamos. Como todo en esta vida, se terminó el chocolate y el panetón, y andábamos de regreso a donde estaban todos los demás, y escuchamos cómo un padre de familia del lugar nos mandaba a la mierda, por haber ilusionado a su pequeño con el chocolate que íbamos a dar, pero que se nos terminó. Seguimos en algunas cuadras, y me crucé con una sra a la que le pregunté si ya le habían llevado panetón y chocolate, y me juró por Dios que no. Le dejé su ración y seguí con mi camino. Cuando regresaba al punto de reunión, veía como mis compañeros volvían a darle una ración adicional a la sra, y me parece haberla oído jurar nuevamente por Dios, que no había recibido ración alguna. Cuando finalmente nos retirábamos del lugar, vi como otros grupos de personas distintos al nuestro buscaban a quienes entregar su “ayuda social”, y se paseaban por la zona con algunos juguetes en su camioneta. Entonces entendí la gran cantidad de esfuerzo que en las épocas festivas se invierte en satisfacer el ego de las personas que quieren ayudar solo un día para sentirse bien todo un año. Desde esa vez dejé de autoengañarme con estas actividades; esa “labor social” es la peor que puede haber. Todo el tiempo y dinero, invertidos en esos absurdos trozos de panetón en bolsa, y en llevar chocolate a personas que no las necesitan realmente, no apoya en nada a lo que realmente necesitan; una mejora sustentable en su calidad de vida. Todo esto solo lograba que uno pudiera decir “yo he ayudado”, pero no cambiaba en nada la vida de las personas. Seamos realistas; la ayuda que estas personas necesitan va más allá de lo que hicimos ese día. Ese día solo le dimos pescado al pobre, cuando debimos enseñarles a pescar. Por favor; si realmente quieren ayudar a esas personas, busquen maneras de cambiar sus vidas de verdad. Ya no busquemos soluciones fáciles y mediocres.

PD: Referencio a un blog que referenció este Post: http://trunc.it/45dmr


3 comentarios:

  1. Bien dicho. La mejor ayuda social que podemos hacer es hacer política auténtica, o crear puestos de trabajo.

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  2. Bien dicho, esto me hace recordar cuando hubo el ataque de Israel a Palestina en 2008 y mucha gente que conozco se ponía 'una bandera de ese país o un mensaje alusivo en su nick de messenger' esto debido a que los 'medios de comunicacion' lo hicieron que el tema sea de interes, seamos realista con tu nick y banderita de Palestina no haces nada! y masacres como ocurría en aquel entonces ocurre en este momento por las guerras civiles en Africa asi que no me vengan con eso!

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  3. Tienes mucha razon Kenny, la gente adulta de estos lugares no son ni agradecidos ni importantes, la navidad es para los niños ( lo unico importante de estas obras sociales navideñas)y si uno de nosotros tiene un minuto o un par de horas es posible regalarlas y no perderlas, ya que derrepente en esta experiencia que tuviste no aprovechaste en inculcar a uno o mas niños el hecho de ofrecerles ver otra realidad, nosotros tuvimos la suerte de estudiar, a ellos les mostramos que el estudio es uno de los tantos caminos para salir de donde estan, recordemos que ellos no tienen muchas oportunidades de ver,experimentar ni de conocer otras realidades. De tus palabras me gustaria rescatar o recalcar que invertir tiempo y esfuerzo en las personas adultas(principalmente en estos lugares) es inutil, mientras que a esos niños (muy pocos, pero algunos al fin y al cabo es un empezar) con falta de oportunidades se les brinda mas que un regalo una ilusion y una esperanza de crecer queriendo algun dia hacer lo que nosotros pudimos hacer un dia de navidad por ellos.

    Si algunas personas quieren engañarse sintiendose bien todo un año a cambio de un dia donde dan un par de cosas, alla ellos ya que ellos si estan perdiendo su tiempo. Para quienes participen de estas actividades, espero que no solo se dediquen a entregar cosas, sino a mostrar unaa realidad cercanba y a inculcar el deseo de superacion que tanta falta les hace a nuestros niños peruanos.

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