martes, 7 de marzo de 2017

A mis amigos que no quieren pero sí son homofóbicos

Phillip Butters fue rechazado de muchos lugares por las ideas que tiene. Él asegura no ser homofóbico. Él asegura respetar ideas diferentes pero no aceptar que le impongan ideas a él. Tan convencido está de que está en lo correcto, que en una marcha decidió dar rienda suelta a todas sus ideas. Como consecuencia fue expulsado de su trabajo e incluso de otro tipo de ámbitos profesionales. Se ha convertido en el símbolo de lo que es el futuro para todos los que se creen no ser homofóbicos pero lo son.

Esto va a obligar que muchos que tengan ideas como las de él terminen siendo expulsados de la misma forma y por lo tanto lo más lógico para ellos será que tengan que reprimir esas ideas y no mostrarlas en público. Serán señalados cada vez que alguien descubra que sus ideas son así. Serán vistos de mala manera y la única forma en la que podrán expresar sus ideas será en grupos cerrados ocultos.

Van a tener que darse apoyo moral mutuo. No serán considerados en puestos laborales por sus ideas y van a tener que apoyarse dándose trabajo mutuamente. Es posible que terminen teniendo sus propias discotecas, su propio lenguaje y su propio estilo de vida. Serán relegados por la sociedad y van a verse privados de ser ellos mismos en todos lados.

A diferencia de los homosexuales, cada vez habrá menos y menos. Sin ideas contaminando la mente de los nuevos ciudadanos cada vez desaparecerán más rápido. Llegará un día en que la homofobia será una enfermedad psicológica histórica y que recordaremos sólo para no volver a repetirla. Es irónico cómo terminarán siendo tratados como aquellos que no aceptan.

Imagen obtenida de aquí.

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