Jamás olvidaré lo que sentí cuando aterricé en Lima, luego de estar 3 semanas en Nueva York. A mi alrededor, como si de un sueño o una película se tratara, la humedad golpeaba cada parte descubierta de mí, con una especie de ruido medio ensordecedor, y que sentía claramente golpera hasta en los oídos, y una sensación medio apabullante alrededor. Sentía la humedad, o algo que estaba a mi alrededor, golpeándome incansablemente, y cuando me movía, sentía que seguía ahí conmigo.
Actualmente ya no escucho ni siento eso que sentí cuando estuve un tiempo fuera de Lima. Fue alucinante, y esa sensación se quedó en mí para siempre, junto con la sensación de estar nuevamente en lugar ya conocido. Y no sé si habrá más gente que haya sentido eso, porque no he tenido oportunidad de conversar al respecto, pero es simplemente imposible que alguien sepa a qué me refiero con lo que describo, a menos que solo yo haya sido el que sintió algo así al llegar de nuevo a Lima.
Es increíble cómo nuestras limitaciones o nuestra costumbre nos impide notar algo que está ahí. Por eso no quiero acostumbrarme. No quiero ser de nuevo alguien que tiene ideas en la cara que ya no puede percibir porque se hicieron una idea más del montón. Necesito dudar de todo para no ser ese que ya no pueda percibir su realidad. Tengo la esperanza, de que la duda me libere para poder ver lo que tengo en mis narices.